El 24 de junio el gobierno de Velasco decretó la reforma agraria. Esta fue la reforma con mayores consecuencias en la sociedad peruana, pues cambió drásticamente la realidad del campo. En la sierra acabó con el trabajo gratuito de los campesinos indígenas y convirtió a gran parte de ellos en propietarios organizados en Sociedades Agrícolas de Interés Social; diversas comunidades indígenas también se vieron beneficiadas con tierras que reclamaban como usurpadas; a los trabajadores de las haciendas mecanizadas de la costa norte se les organizó en Cooperativas Agrarias de Producción. Esto acabó con las bases económicas de la clase terrateniente que había monopolizado la propiedad de la tierra, aunque en el caso de las tierras del norte que cultivaban para la exportación se vieron descapitalizadas y se tendió a la baja en su productividad.