Alberto Fujimori ganó las elecciones con la promesa de no aplicar el shock económico que proponía Vargas Llosa. Sin embargo, una vez en el poder se convenció de aplicar un programa de ajuste y el 8 de agosto, el ministro de Economía Juan Carlos Hurtado Miller anunció la eliminación de los subsidios a la gasolina y a los alimentos, así como la liberalización de los precios y del tipo de cambio. Esto significó que los precios se dispararan: la gasolina subió de 21,000 a 675,000 intis, el dólar se cotizó a 265,000 intis y los productos básicos se duplicaron o triplicaron; la leche, por ejemplo, subió de 120,000 a 330,000 intis. El shock tuvo un alto costo social (aumentaron la pobreza y la pobreza extrema), aunque la economía empezó a estabilizarse: la inflación pasó de 7,650% en 1990 a 139% en 1991 y el crecimiento del PBI de -4.9 en 1990 subió a 3%.